Alumnos de Secundaria y reclusos (también ellos estudiantes de Secundaria) han tenido la suerte, un año más, de vivir la enriquecedora experiencia de encontrarse frente a frente gracias al Proyecto de Prevención de Alcohol y Drogas, promovido por el CEA Río Mula.. Tras dos años en los que la pandemia ha impedido este encuentro, vuelve a retomarse una cita imprescindible.
La voz cantante de esta actividad la lleva a cabo la extensión con la que cuenta el Centro de Adultos en el Centro Penitenciario de Campos del Río, en concreto en el módulo que alberga la Unidad Terapéutica Educativa.
Aspirar la bocanada de aire fresco extramuros es su primer contacto con el reto al que se enfrentan en cada encuentro con los estudiantes; el aire se respira de forma distinta, el campo de visión se amplía, evidentemente hay más vida fuera del monótono y rutinario día dentro de prisión.
Ricardo, Juanjo, Juan o María Eugenia son algunos de los funcionarios que acompañan a los reclusos a la visita al instituto. También les acompañan y dan confianza algunos de sus maestros: Antonio A., José García, Maria Belén.
Este año el Proyecto de Prevención de Alcohol y Drogas ha visitado los IES Ortega y Rubio (Mula), Vega del Argos (Cehegín) y Vicente Medina (Archena).
El encuentro comienza siempre con la proyección de un video que refleja el objetivo que persigue esta actividad: concienciar a los jóvenes de los peligros que encierran alcohol, drogas y juego. Estos tres inseparables y traidores amigos están detrás de muchas de las condenas que pagan los presos que tienen ante ellos.
Tras una breve explicación por parte de los profesionales que trabajan en la cárcel sobre la importancia que supone para los ponentes exponer públicamente algunos de los capítulos más oscuros de sus vidas es el turno de los valientes protagonistas de la jornada.
Miguel Ángel, Santiago, Conchi, Fernando, Adrián y Armando, micrófono en mano, comienzan su relato. No pretenden asustarles, son solo ejemplo vivo del paso del alcohol y las drogas por sus vidas. Testimonios impagables, cercanos, valerosos, que no necesitan magnificar nada para parecer interesantes. Es curioso el poder de la escucha cuando alguien habla a los alumnos en su mismo idioma, y no me refiero al castellano. El silencio se apodera del aula. Cuando la capacidad de ésta ha sido reducida, las pantallas han hecho llegar sus palabras a 400 alumnos, como fue el caso del IES Vega del Argos en Cehegín.
Algunos de los estudiantes se sienten identificados con esos primeros escarceos con las drogas, con la 'en apariencia' inocente experimentación de dar una calada a un porro, de beber hasta perder el control, las delatan sus codazos mientras escuchan.
La emoción embarga a los presentes, ponentes, alumnos, profesores y profesionales de prisión, en los pasajes más familiares de su experiencia. Añoran los recuerdos de una juventud tirada por la borda, sueñan en la esperanza de un reencuentro con los suyos una vez cumplida su condena.
Los adolescentes tienen preguntas, son curiosos, ¿en qué se parece la cárcel de verdad a la de las películas?, ¿tienen móvil? ¿les torturan?, llegan a preguntar. Quieren saber cómo llega una persona a la cárcel y descubren sorprendidos que antes de la cárcel quienes les hablan, también fueron deportistas, buenos estudiantes, quisieron a sus familias. Son personas de carne y hueso, con alguna que otra cicatriz.
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