Quisiera que la paz, esa dulce palabra,
se instaurara en el mundo y se instalara en mi alma.
En el fondo, no sé dónde empieza y acaba
ese estado sereno o ese infierno de rabia.
Es muy fácil querer que países ajenos
dialoguen y decreten: «¡Se acabaron las armas!».
Pero también en mí se acrecienta el deseo
de que la paz invada la oscuridad de mi alma,
que la luz se abra paso e ilumine su centro
como aquel suave bálsamo que apacigua las aguas.
pero aún quiero menos las batallas cercanas.
Dentro de mí y afuera, con amigas, familia,
en trabajo, comercios, gentes que están de paso...
Guerra y paz dentro y fuera.
¿Dónde empieza y acaba
esta paz, esta guerra?
Clemencia. Lunes, 6 de febrero de 2023
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